Días de fútbol : PANTA REI

16 agosto 2007

Días de fútbol

(Y de fondo: Poet in Process, Pista 1)

Me revuelvo en mi jaula de tela en la base de Chipindo. Me envuelve el ruido del generador y, más allá de las paredes de adobe, los cantos de los ninos llegan hasta aquí. Afuera la vida rural transcurre a la luz y al calor de las hogueras que iluminan los ojos de los rapaces. Cantan y ríen sin parar.

Un poco más allá de la base, justo en medio del pueblo, una pista de aterrizaje abre en canal a la pequena población. Antano fue la única forma de acceso a una zona aislada totalmente por las minas y las trincheras. La única comunicación con el exterior, 200 metros de tierra desbrozada sólo a medias. Hoy día únicamente la avioneta del gobernador posa su caucho en ella durante la época de lluvias. La pista está salpicada por la chatarra de algunos tanques rusos que fueron alcanzados por la artillería de los rebeldes de la UNITA. Vestigios de una época pasada aun muy presente en el imaginario colectivo de los angolenos.

Hoy es lunes. Ayer, como una típica tarde de domingo en cualquier parte del mundo, hubo partido de fútbol: Chipindo contra Kuwango. La liga regional está disputada. Se enfrentaban el primero contra el último. Tanques desvencijados a un lado y la imponente puesta de sol africana al otro. Cánticos de apoyo mezclados con la Kissomba atronadora saliendo de coches que sirven a la vez de tarima para los “chicos malos”. Vista privilegiada del terreno de juego, bar improvisado para engullir cerveza y vino de mesa en tetra-brick.

La cosa se pone fea. Los locales pierden uno a dos. Se acerca el final del partido y el colista está a punto de dar la sorpresa. Las irregularidades del terreno de juego impiden por dos veces a la delantera local marcar gol.
- Malditas piedras. Dicen unos.
- Tendríamos que fichar a Ronaldinho. Al menos corre más. Se quejan otros.

El speaker retransmite el partido en directo. Como en Campeones cuando Oliver preparaba su tiro especial con efecto, el número diez de Chipindo roza la gloria, pero, zas!, otra piedra desmonta otro ataque de los locales. Los ánimos se desinflan, pero la cerveza, el vino y la Kissomba siguen corriendo y sonando. Y entonces, a tres minutos del pitido final, zancadilla al diez de Chipindo. Penalti!!! La euforia se dispara. De repente, el público se agolpa en los límites del terreno de juego, como si de reservas que esperan el momento oportuno para saltar al campo se tratasen. Dos de los “chicos malos” bajan de su tarima motorizada para coger sitio en primera fila. Se cogen de la mano, y se miran con la emoción reflejada en sus caras. A ver quién se atreve a decirles que parecen dos palomos cojos de cojones. Piiip. El especialista decide cargar con la responsabilidad. Coge carrerilla. Su pierna de apoyo esta vez no se deja intimidar por las piedras y los cardos borriqueros. Chuuuut. Goooooooooooooool. Empate a dos. La marabunta invade el terreno. El público rodea a los dos equipos. Saltan, bailan, rien, chillan a su alrededor. Mientras, los jugadores de ambos equipos esperan impasibles a que el ritual de celebración acabe. Poco a poco el público vuelve a los límites del campo. El juez de línia (sí, sí, pues claro que tienen, o qué os pensábais) va poniendo orden a su espalda. Más que juez parece policía de tráfico, pero en pantalón corto. En Espana ya les habrían cerrado el campo para 20 jornadas.

Se reanuda el juego y un minuto más tarde, el pitido final. El público empieza a dar la espalda al campo mientras el disco incandescente empieza a ocultarse en el horizonte. Los coches y las motos encienden motores y desaparecen. Atrás, polvareda y ninos recogiendo del suelo tetra-bricks de vino y latas. Manana se construirán un cochecito bien bonito. - Nino, no chupes el tetra-brick, que ya no queda vino!

Nosotros seguimos a la muchedumbre camino a la base. Ha sido una gran tarde de domingo futbolera. Quizás el héroe del partido fiche algún día por el Barça o el Madrid. Pero antes se tendrán que desminar las carreteras que aislan a Chipindo del resto del país. Tendrán que mejorar las vías de comunicación, que por el momento son sólo de incomunicación. Quizás entonces, y sólo quizás, algún observador de un club europeo cualquiera se atreva a recorrer los cuatrocientos kilómetros que separan Chipindo de Lubango en menos de las doce horas actuales. Y eso en época seca. A partir de septiembre, quién sabe cómo podrá llegar el equipo visitante, si es que llega. Si no, habrá que poner el Vía Digital. – Ninoooo mueve el cuerno de la vaca que no puedo ver el furbooo.

Uy, las nueve, la hora de la telenovela brasileira. Me voy cagando leches. Qué queréis que os diga oye, a falta del Peliculón de Antena3 o de Los Hombres de Paco... buenas son telenovelas. Ah, y que conste que aquí lo de las telenovelas no es cosa de marujas sino de hombres curtidos en 25 anos de guerra: los conductores y los guardas... y el expatriadito de turno.

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2 comments: on "Días de fútbol"

mon-i-caca (o andrea) dijo...

catador de birres! (tranki, yo ni pa eso) vull veure mes fotos...(per exemple: tu vestint la camisa de ralles roses o la del nen amb l'arrecada "fancy"). Eh eh!!

Ruben Villanueva dijo...

Trooool, estoy en ello. Al próxim recull de fotos et prometo que allá estaran. Lo de la camisa ja es veurá. Cuidat molt, i al Roci també, eh,eh!!
T'escric en breu.Petonàs!!!