19 Días y 500 Noches en Angola : PANTA REI

08 agosto 2007

19 Días y 500 Noches en Angola

Sobrevuelo Luanda el sábado a las cinco de la mañana. Ya de madrugada millones de luciérnagas titilantes aparecen tras la ventanilla del avión. Abajo una ciudad desconocida despierta de su sueño lentamente. Tras recoger mis maletas –afortunadamente han llegado las dos y para mi sorpresa con todos los fuets, longanizas y embutido que llevaba dentro- el conductor me deja en la casa de ACH a las seis y media. Me tumbo en la cama pero ya de día me tengo que poner mi antifaz - cortesía de British Ariways- para descansar unas horas.
A las doce oigo ruidos en la casa, me levanto. Me cruzo con David, uno de los dos cooperantes que viven en la casa. La otra chica, Carmen, vuelve de su break en Sudáfrica esta tarde, me dice el cántabro.
- Rubén, llegas en el mejor momento. Esta noche hay una fiesta. Inauguramos la nueva casa-oficina y vendrá toda la cooperación y amigos. Habrá barbacoa, buena música y mucha bebida. Vístete que salimos a buscar el equipo de música y al DJ.

Pues nada, resignado me visto y me subo a la pick-up. Recogemos el equipo de música y al DJ de 15 años que viene con dos amigos suyos -sus ayudantes, dice- en casa de una de las muchas amigas de David. Me pregunto si eso se puede considerar trabajo infantil.
De vuelta compramos cerveza a tutiplén, material para hacer caipirinha y sangría. Al volver a la casa, mi primera tarea de logista: montar la carpa que hará las veces de entrada a la fiesta.
Pasamos la tarde con los preparativos. Las ocho y media: los invitados empiezan a llegar.

La noche pasa al son de la música –Kissomba, Kunduru, salsa, bachata- y a golpe de sangría, Calsberg,caipirinha, ron y cerdo y ternera asada. Los DJs se lo están currando hasta que de repente…¡¡se pone a sonar Alex Ubago!! Le pregunto a David si no hay una ley en Angola que prohíba importar semejantes bodrios. Me contesta que él no tiene nada que ver, que tras dejarle su disco duro a los DJs para que hagan una selección de su música ese es el resultado. Afortunadamente la cosa mejora, va in crescendo hasta que llega a su punto álgido: ¡¡Sabina y El último de la fila juntos en Angola!! Tras mi primera clase de Kissomba –con un saldo nada desdeñable de cuatro pisotones en media hora-, los invitados empiezan a marchar. Son las seis de la mañana y llevo 20 horas despierto tras un viaje de otras tantas.

El domingo nos levantamos tarde. Comemos las sobras del día anterior -eso sí que es actuar contra el hambre- incluidas las cervezas.
Por la tarde, sesión de cine con el proyector del departamento de Salud. Estreno mi colección de pelis. Con una pantalla que ya querrían muchos cines españoles, Carmen, Cristina, Copérnico y yo vemos Before the Sunshine. Copérnico es el cachorro de gato que hemos adoptado hace tan sólo un día tras recogerlo David debajo de las ruedas de nuestro coche, salvándolo de una muerte segura. Él bebe leche y nosotros cerveza y comemos palomitas. Nos recoge el conductor –aquí tenemos prohibido conducir y tras ver el tráfico de Luanda, se agradece - y salimos los tres a la zona de bares para que yo cate la cerveza local y la tapa nacional: los cacahuetes tostados. Hombre, la verdad, tras la larga intriga por descubrir cuál era la tapa nacional, pues unos cacahuetes saben a poco. Qué quieres que te diga oye, donde estén unas buenas bravas. Al regresar, la intriga nos corroe. ¿Se habrán llegado a encontrar los protas tras 6 meses en el andén de aquella estación? Segunda sesión de cine, ahora toca Before the Sunset. Decepción, sorpresa quizás, el final te deja pensativo. Vuelve David de dejar a la amiga en la que está invirtiendo –no en vano en Luanda tener que invitar a una chica a cenar y una birra te puede costar una tercera parte de tu dieta mensual-, acaba de ver dos atropellos mientras volvía, nada extraño por otro lado. Nos vamos a dormir a la una pasadas. Otra noche sin poder dormir como Dios manda.

El lunes intenso día de trabajo. Reuniones con la jefa de misión y con todo el equipo de la capital. Al día siguiente salgo para Lubango. Decidimos acabar la reunión en casa de la jefa de misión con unas cervezas y unos spaghetti a la carbonara. Tardamos una hora y media en hacer un trayecto de 10 Kms. como mucho. Los “engarrafamentos” como dicen aquí es el pan de cada día en la capital. Afortunadamente, todo el mundo me dice que Lubango es tranquilísimo y no tiene nada que ver con Luanda. Antes de ir a dormir, intercambio de pelis con David y otra vez a dormir pasada la una.

El martes salgo con Milan, mi coordinador logístico, para Lubango. Cogemos el vuelo a las ocho de la mañana. Me levanto a las seis, cojo mis maletas y andando. Él pasará unos ocho días conmigo. Llegamos a Lubango, vamos a ver la oficina, luego a dejar las maletas al apartamento donde viviré y empezamos con las reuniones. El piso que compartiré con el otro cooperante, que llega en diez días y tiene 41 años, está de puta madre. Llego el primero y me cojo la habitación más grande. Cama de matrimonio. Está de lujo. La putada es que quien tiene derecho a vivir sólo es el, ya que es coordinador de un proyecto, como Milan, y no yo. Menos mal que dice Milan que no le importaba compartir el piso. Ya veremos, pero de momento aquí estoy. Si cambia de opinión me tendré que ir a vivir al piso de encima de la oficina. No está mal pero no tiene ni punto de comparación con éste. Se va la luz, para variar. Cenamos la pedazo de tortilla de patata que Tío Jamba nos ha preparado –es nuestro cocinero y todo un personaje de 61 años- y a dormir prontito.

Hoy miércoles reuniones con UNICEF y otras organizaciones para el tema de las minas antipersona. De ahora en adelante seré yo el responsable de la seguridad en toda la provincia de Huila. Todo el día hemos estado poniendo a punto la oficina. Me siento como Ignatius Reilly decorando su oficina antes de la revolución. Ha sido un duro día de trabajo.

Mañana jueves a las cinco y media de la madrugada salimos para las bases y estaremos fuera una semana más o menos. Se tarda unas doce horas en coche, con suerte, en llegar a cada una de ellas. Afortunadamente sólo son dos. Estaremos aislados así que cuando regrese más noticias frescas. La conexión de internet en la oficina es una mierda y no hay forma de subir fotos.

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4 comments: on "19 Días y 500 Noches en Angola"

Anónimo dijo...

Rubenchuuuuuu:
Qué alegría saber de tí, poder leerte,imaginarme todo, pinta muy bien la cosa....
Por aquí, mucha gente me preguntó por tí: que qué tal estabas, que qué hacías.. o sea que los derivaré a tu blog. Te dejo un beso enorme y prometo, con mucho gusto, seguir tus aventuras.
Cuidate. belén

Karles -Bauman- dijo...

OI!!!! meu amigo!! tudo bem? ainda nao fala muito, verdade? mais com certesa da pra entender, nao? jejej muitas lembranças e saudades desde o bairro de Sants... començando os preparativos das feiras maiores! Se nao escreve mails, tranquilo, nós vamos leer o seu blog!! e tem se que cuidar dos carros eh! e dos engarrafamentos... ciao rapazinho! até a prósima, um abraço.
Patxi.

mon-i-caca (o andrea) dijo...

troleeet!!! q wai...me n'alegro q tot sigui tant nou i diferent com descrius...aixo de l'alex ubago si q es un pecat per aixo: posa'ls una bona sessio d'antonia font, q disfrutin!!
Cuidat molt i degueix escrivint, q mola llegir-ho! ptnts dsd Riga***

Anónimo dijo...

me hubiera gustado darte un abrazo antes de tu marcha... qué aventura peque. Cuídate mucho.
Graciela