"Confusão" : PANTA REI

01 noviembre 2007

"Confusão"

Uno, dos, tres...trece, catorce y quince!! Quince!!! Quince petroleros anclados en la bahía de Luanda, quince monstruos sedientos del néctar negruzco y viscoso esperando su turno para chupar de la teta hasta agrietarla.

Dando vueltas en círculo el avión pierde altura sobre Luanda.

Tres meses después vuelvo a posar mi mirada sobre este rompecabezas. Nunca un rompecabezas fue tan difícil de acabar. Cientos, miles, cientos de miles de piezas esparcidas por el suelo. La confusão se ha apoderado del orden, lo ha reducido hasta inmovilizarlo, anularlo, hasta instaurar su cruel -y dulce- reinado. Miles de chapas de zinc delatan vida allá abajo. Combinaciones imposibles se repiten en cientos de Kms. a la redonda. Unas casas se arremolinan junto a las otras, las absorben, las empujan, se cuelan unas dentro de otras, se apartan para abrirse paso, se atropellan, luchan por un mínimo de espacio vital. Aun no se han dado cuenta que el océano las espera ahí abajo. Los acantilados son el único límite a esta confusão, aunque si uno se fija bien puede darse cuenta de que éstos dejaron de serlo hace mucho, de que debieron de ser aterradores anos atrás, justo antes de que montanas de escombros y basura crearan una pendiente que se extiende hasta casi tocar el agua, amortiguando cualquier caída, descenso o intento de suicidio.

Y entre todas esas piezas de rompecabeza, arterias imaginarias sirven para transportar el poco oxígeno que queda en la ciudad. Imaginarias porque no existen límites, sólo un torrente de tierra roja que choca una y otra vez con los precarios muros de las casas que se empenan en encauzarlo, aunque sólo sea por un instante. Nada es permanente en Luanda. Cientos de candongueiros azules transportan el oxígeno de un lado a otro mientras, paradójicamente, liberan en el aire toneladas de dióxido de carbono. Casi sin parar, los candongueiros escupen a la gente y engullen más para proseguir su alocado camino. Ya desde el cielo uno puede presentir el aire plomizo de la capital, la locura del tráfico, el ambiente enganchoso que ralentiza tus movimientos, que te obliga a bajar el ritmo, simplemente, para no asfixiarte.

Luanda es confusão, pero afortunadamente sólo voy a permanecer aquí un día y poco. Manana recuento de petroleros desde el avión a Windhoek, Namibia. De ahí, casi tres mil Kms. en coche -y valga decirlo, por la derecha- cruzando a Bostwana y luego a Zambia, hasta las Cataratas Victoria cruzando el delta del Okavango. Diez días para aparcar la confusão.

Dejo atrás esta cueva de la oficina de logística y este monumento tan feo al fundador de la patria, Agostinho Neto, con inconfundibles tintes afrocomunistas. El aire fresco me espera ahí fuera...
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