Asian Connection : PANTA REI

13 noviembre 2008

Asian Connection

El mejor lugar para ver el creciente papel de China en Angola es el aeropuerto Quatro de Fevereiro de Luanda, donde oleadas de chinos esperan un sello en sus pasaportes.

“Estos chinos vienen a Angola y ni siquiera entienden una palabra de lo que les preguntas”, se queja un oficial de inmigración.

Efectivamente estos recién llegados no hablan ni palabra de portugués y ni siquiera de inglés, pero tienen una buena razón para estar en el país: China ha sido uno de los principales financiadores del espectacular desarrollo de Angola desde el fin del conflicto en 2002. Por supuesto, este desarrollo basado en su casi totalidad en el petróleo.

A cambio de créditos y ayuda –estimada en un total de 4 billones de USD desde 2004- China se ha asegurado una buena tajada en la producción angoleña de petróleo de los próximos años. Angola es uno de los dos mayores productores africanos de petróleo, el otro es Nigeria. Los acuerdos alcanzados también estipulan que el, atención al dato, 70 por ciento de los proyectos de desarrollo sean adjudicados a compañías chinas. Teniendo en cuenta que el otro quince por ciento de las grandes contratas están copadas por portugueses y brasileños, pues resulta que Angola es la gallina de los huevos de oro para las grandes transnacionales.

Y es aquí donde radica el principal problema del actual modelo de desarrollo angoleño. Una de las máximas keynesianas dice que nada mejor que el Estado invierta en obras públicas e infraestructuras –y ya os podéis imaginar el trabajo que tiene por delante un país que ha estado en guerra durante tres décadas- para aumentar el empleo y el ingreso per cápita, propiciando el ahorro familiar, el consumo y por ende el crecimiento económico. Todos tenemos en la cabeza el New Deal de los años 30 o, algo más cercano, la construcción de grandes presas en los Pirineos españoles promovida por el Generalísimo en la década de los 60. Pues bien, parece que las empresas chinas prefieren importar su propia mano de obra, además de todos los inputs necesarios (desde maquinaria pesada hasta martillos y clavos). Según datos de la embajada China en Angola, hay 20.000 chinos trabajando en todo el país, aunque algunos informes arrojan una cifra de entre 40.000 y 100.000. En definitiva, parece que los angoleños se quedan fuera del mercado de trabajo.

El modelo de trabajador chino en Angola responde a un hombre, joven –de entre 20 y 35 años- con una esposa e hijos esperando allí en China, que vino buscando mejores oportunidades, que recibe un salario de entre 600 y 800 dólares y que suele permanecer en el país de entre tres a cinco años. El denominador común a estas gentes es el aislamiento. Son trasladados en autocares desde los lugares de trabajo hasta sus complejos residenciales. En la mayoría de obras los trabajos continúan durante la noche e incluso durante los fines de semana en interminables turnos. Escuelas, apartamentos, hospitales, campos de fútbol, carreteras y rascacielos son levantados en tiempo récord. Si disponen de tiempo libre la mayoría lo pasan sin salir de los complejos donde viven. El contacto con la población local es mínimo.

Una de las preocupaciones de las autoridades es la falta de campañas de prevención sobre VIH-SIDA entre los trabajadores chinos en Angola, considerando lo lejos que se encuentran de sus familias y el largo tiempo que pasan fuera de casa. Angola tiene una prevalencia del VIH del 2.5%, pero puede alcanzar el 10% en algunas zonas fronterizas. En este sentido, los trabajadores chinos pueden ser invisibles, pero siguen siendo peligrosos. Es por eso que las organizaciones de lucha contra el SIDA están empezando a incluir a este segmento de la población en sus programas de sensibilización.


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