El Príncipe del Cacao : PANTA REI

14 marzo 2008

El Príncipe del Cacao

Olores a fruta fresca despiertan de nuevo el sentido aletargado durante algún tiempo. Los olores metálicos acantonados en mi cabeza pierden la batalla frente a la avalancha de una brisa que los arrolla y que penetra limpiándolo todo, purificando el cuerpo y el alma.

El trópico te atrapa nada más poner un pie en esas islas con picos de 1.800 metros. La humedad tropical te ensarta como si una brocheta de frutas fuera. Te envuelve y te penetra su aire pesado, ese aire que te agobia desde el primer momento por la imposibilidad de distinguir los cientos de olores que se entremezclan en él y que se lanzan hacia ti en continuas oleadas de brisa renovadora.

São Tomé y Príncipe es bálsamo de vida, semilla fértil explotada por la metrópoli sedienta de verdes, plateados y azules; São Tomé es remanso de paz y retiro para la tranquilidad; São Tomé es vientre de tortugas marinas; São Tomé es alegría ecuatorial, sonrisa oceánica y gentileza isleña; São Tomé es Kizomba –sí, también- y tierra de acogida de refugiados de antiguas guerras.

Uno no se puede descuidar ni por un momento en un lugar como éste: de no estar atento le podría llegar a germinar en la cabeza una bananera. De no prestar atención, a la bananera se le podría sumar una pequeña plantación de cacao en el bolsillo trasero del pantalón. A los más despistados hasta un bosque de papaya en las comisuras de los dedos del pie. Al intentar esquivar un coco, algún que otro infeliz podría pisar por accidente un nido de piñas y perder el pie, una vez inmovilizado por el peso de centenares de estas frutas arrastrándose tras de sí.

Sin embargo y a pesar de todo, en esta isla donde el hambre se mata robándole al árbol su retoño y pidiéndole prestado al mar unos cuantos rojos y otros tantos plateados para la cena el equilibrio es una línea tan fina como la del ecuador que parte en dos estos parajes. En la fragilidad de su ecosistema reside su mayor reto. Autosostenibilidad, le llaman en el lenguaje moderno. Bandera de la legión de ONG y organismos internacionales afincados en esta república sin rey pero con príncipe. Ecología y sostenibilidad es toda la herencia del joven príncipe del cacao.

El fin justifica los medios dijo un antiguo príncipe. Para nuestro príncipe del cacao los medios para conservar su reino escapan de su mano. Su cacao dejó hace mucho tiempo de pertenecerle. Ahora sólo puede defender sus dominios a golpe de agroecología y chocolate para turistas. El resto hay que rezárselo a los santos, pero para ello ya está el amigo Tomé. Así pues, encomendémonos a los Santos y a los Príncipes para poder volver alguna vez al corazón del ecuador y encontrarlo tal y como lo dejamos.

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