Tres Sombras : PANTA REI

13 mayo 2008

Tres Sombras

Me sabía perseguido. Acelerando el paso intentaba despistar a ese aliento que ya sentía en mi pescuezo. Cuando decidí girarme, decidido a enfrentarlas y arriesgándome con ello a sufrir una de aquellas casualidades en la vida que cambian tu destino para siempre.

Allí estaban las tres. Sibilinas. Erguidas. Mirándome con sus rostros difuminados. Enhiestas ante mí, orgullosas de su sigilo y destreza.

Las tres sombras me penetraban, sus miradas escrutadoras intentaban averiguar algo de mí. Amenazantes. Se podría decir que su ambición no era para nada despreciable.

La noche era cerrada en Huambo. El silencio y unas pequeñas farolas en la calle llena de agujeros me habían desviado de mi camino, abocándome a un remolino de pensamientos. De esos que sólo se muestran cuando bien entrada la noche.

Pues cavilando iba acordándome yo de las cloacas de Barcelona. Aquel laberinto de galerías hedientas a las que bajabas de pequeño con alguna de aquellas excursiones del colegio, la utilidad de las cuales, por entonces, no alcanzabas a comprender.

Esas tumbas de excrementos, de ratas, de cadáveres en descomposición de gatos y perros, de todos aquellos desperdicios que la vecina del quinto –la del club de golf- hace desaparecer mágicamente por el retrete. ¡Zas! Magia postmoderna. Frías y húmedas. Mohosas y resbaladizas. Qué poco acogedoras son. Iba pensando yo.

Mientras sorteaba los agujeros sembrados en aquel suelo me invadía una especie de calor. Un cálido bienestar que olía a guayaba me envolvía. Caí entonces en la cuenta de que ese candor nacía bajo mis pies. Intenté imaginar el subsuelo que allí mismo yacía. Ahora comprendía. Ahí estaba la gran diferencia. En aquel subsuelo no existían aquellas cloacas que se habían grabado de pequeño en mi memoria. Era una superficie compacta pero blanda. Era roja y anegrada a la vez. Exigente. Sin embargo, te invitaba amablemente a acurrucarte en ella. A quedarte. Instalarte. Aquella tierra no aceptaba que la violaran con perforadoras grandes como camiones. Defendía su integridad a capa y espada. Gustaba de la sinceridad de las personas a las que sustentaba. Todos sus desperdicios corrían libres. Sin tapujos nombraban a sus creadores. Señalaban con el dedo a los culpables. Aquella madre no aceptaba la mentira.

De aquella contradicción geológica brotó en mí un sentimiento de grandísima estupidez. Me sentía ridículo, y sentía el ridículo de todos aquellos que como yo se deslizan sobre una tierra metálica. De aquellos que blindan con rejas unas líneas imaginarias convertidas en estandartes del bienestar de unos pocos, y que aspira a ser universal. Con una patada en el culo creen estar echando de sus dominios a unos ignorantes oportunistas y rapiñas. ¿Pero de verdad piensan que alguien quiere de verdad abandonar una tierra generosa y acogedora, maternal pero autoritaria, por otra fría y calculadora, profética pero aniquiladora?

Esa que abre sus puertas al reptil de más arriba, esa que le ofrece todo lo que tiene al recién llegado sin pedirle nada a cambio es maltratada y humillada. Cuándo abriremos los ojos. Cuándo estaremos preparados para ser sinceros y aceptar la dura realidad de que el ciclo natural se repite, pero ahora con los papeles cambiados. Esas líneas que una vez se marcaron son tan imaginarias como las tres sombras, que se desvanecieron tan pronto como emboqué la oscura calle que muere en casa.

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1 comments: on "Tres Sombras"

Anónimo dijo...

Ninyuuuu! jo sempre m'ho he preguntat això: cal que baixem a "civilvadir" Àfrica, o ja estan bé així? vull sentir la teva opinió aviat...sentats al solet si pots ser!! miss ya \o/